4 Escena III
Suena ruido de caza. Sale el rey de Francia, Lisbella,
el conde de Partinuplés, Gaulín y los criados de caza.
DENTRO
Van rápidos hacia el arroyo
OTRO
Por esa otra parte van Enrico, Julio, Fabio, Ludovico.
CONDE
¡Al valle, al valle, cazadores!
REY
¡Qué notable velocidad!
O son hijos del viento o son exhalación del fuego
CONDE
Descanse, Su Alteza. Baste la caza por hoy.
REY:
¿Estás cansada, Lisbella?
LISBELLA
Igual que si siguiera al sol, al que estoy mirando.
REY
Qué agradable cumplido… Ese sol, ¿soy yo o tu primo?
LISBELLA
Tú, pues en tu luz animo la vida, Señor.
GAULÍN
(¿Qué te parecen los cumpliditos
en presencia de quien espera convertirse en su marido?
¿De qué me sorprendo si es lógico?).
REY
Habla a tu esposa, pues tienes permiso, Partinuplés.
CONDE
Como ella sabe que yo soy suyo,
evito las palabras amorosas, Señor.
A mi entender, no hay falta en el amante sabio
como la de faltar al respeto por hablar demasiado.
El que habla de su amor sin tapujos,
la verdad niega porque siente mal lo que dice
quien dice bien lo que siente.
Yo, que adoro la luz del sol de Lisbella
por no faltarle el respeto, le hablo con el silencio;
sería motivo de enfado con palabras torpes
volverle a decir con los labios lo que le han dicho los ojos.
REY
Bien expresado está, sobrino, tu sentimiento.
LISBELLA
Y yo, primo, también contenta de oirte.
Mi silencio será lengua muda, que sea de tu agrado.
Salen dos pescadores forcejeando por una caja.
PESCADOR 1
¡Mía es!
PESCADOR 2: ¡Yo la vi primero y te la enseñé!
La caja, Pinardo, es mía.
PESCADOR 1: Terminemos con esta trifulca .
Pues allí está Su Alteza, vamos a dársela.
PESCADOR 2
Me parece bien.
REY
¿Qué es esto?
PESCADOR 1
Este pescador y yo sacamos, Señor,
esta caja de una nave que naufragó en este mar espumoso;
Por salvarse, quizá, aligeró su peso
y aunque la encontramos los dos y los dos la queremos,
os la cedemos con gusto, Señor.
REY
Dios os guarde.
CONDE
Abridla pronto; veremos qué es.
Abren la caja y sacan un retrato de Rosaura.
PESCADOR 1
Solo hay un retrato.
GAULÍN
¡Qué lienzo!
CONDE
El cielo puso toda su hermosura en el retrato.
PESCADOR 2
Pinardo, no había dentro tesoro ninguno.
PESCADOR 1
Calla, que estoy hinchado de rabia.
REY
¡Qué pincel tan extraordinario!
CONDE
Por Dios, qué rara belleza. ¡Ay, cielos!
GAULÍN
Singularísima, si el pincel no engaña.
LISBELLA
Insólita hermosura.
CONDE
Divina; ¿quién será esta mujer?
LISBELLA
¿Es placer o curiosidad, Partinuplés?
CONDE
¡Semejante diosa!
Curiosidad puede ser, ya que no quiero otro placer que verte.
LISBELLA
¡Qué adulador suena! Quiero, primo, creerte
Señor, una R y una A leo aquí; ignoro qué significa
GAULÍN
Escúchame, te lo pido.
REY
¿Lo sabes tú?
GAULÍN
Pues claro.
LISBELLA
Si el retrato habla por sí. La R significará reina, y la A…
CONDE
Reina en las Almas.
LISBELLA
De Asia o África.
CONDE
¡Ay de mí! Imagino que es nombre propio. Puede ser…
GAULÍN
Oíd por dos instantes mi talento y mi raro ingenio.
REY
Habla, pues.
GAULÍN
Llámase romana,
O rapada o relamida,
rayada, rota o raída
rotunda ratera o rana,
respondona o Rafaela;
Ramira, ronca o rijosa
roma, raspada o raposa,
rifa, ronquilla o rafuela,
o regatona o ratina.
Y si es enigma más grave,
el A quiere decir ave,
y la R, de rapiña
REY
Acorde a tu ingenio es la resolución del acertijo.
GAULÍN
Pues, ¿lo resolvería Radomonte de Aragón con más elegancia?
LISBELLA
(Celos me está dando el conde ingrato,
tan distraído como está con el retrato).
CONDE
(¿Qué es esto que he visto, cielos?
Mis sentidos están hipnotizados por la belleza de ese pincel).
GAULÍN
Muy buenas riquezas han traído nuestros amigos pescadores;
bien les puedes dar, Lisbella, lo que han encontrado.
CONDE
Gaulín, desde hoy sabrá Lisbella
que soy sombra de esta imagen bella.
GAULÍN
Mira que te está volviendo loco.
CONDE
(¡Qué severidad! Disimulemos, amor, el incendio que me abrasa).
LISBELLA
(Que pague de esta manera mi amor el Conde!
¿Qué haré, cielos? Fingiré que no me he dado cuenta).
DENTRO
¡Cuidado con la fiera!
REY
Aquella voz me convida… Venid, sobrinos, conmigo.
LISBELLA
Ya voy.
CONDE
Yo, señor, te sigo.
REY
Da el retrato, por favor, a quien le guarde.
Después tendréis vuestro merecido premio.
Se van
PESCADOR
El mayor premio es saber que el retrato te agrada.
Se va
CONDE
De mi brazo y de mi aliento no podrás escaparte.
Ni aunque te esconda la tierra; aguarda, fiera.
GAULÍN
No aguardes.
Sale el conde tras una fiera vestida de pieles.
Aparece Rosaura en una tramoya como está pintada en el retrato.
CONDE
Espera, monstruo de Circe.
GAULÍN
¡Señor, que es gran disparate! ¡Hombre, te precipitas a morir!
CONDE
Temor infame. Eso debe de ser. ¡Que el cielo me ayude!
GAULÍN
¡Qué extraño caso que mi amo esté buscando una fiera
y se encuentre una belleza!
¡No hay mayor suerte!
Y que yo nunca encuentre más que uno que me miente
cuatro que me engañan,
cuarenta que me apalean,
cuatrocientos que me estafan!
Sin duda, esto va en el ánimo:
quiero animarme y buscar mi suerte.
Podría ocurrir que encontrase no una moza sino una serpiente.
Y en vez de dinero un tacaño.
Pero, ¿qué es aquello?
Mi amo. Parece que está en éxtasis,
como un judío asombrado ante el “resucitó Jesucristo”.
Yo quiero ver en qué para este ensimismamiento.
Que, si yo no me engaño, ya parece que quiere hablar.
CONDE
Cuando te seguí como fiera, monstruo, mujer o diosa,
ignorando tu crueldad, solo me expuse a un peligro.
Pero mi debilidad descubre más peligros en ti,
pues si probé libremente la severidad de tu fiereza,
no podré, muerto como estoy de amor, librarme de tu belleza.
Tu hermosura y tu esquivez se alían contra mí.
Una se viste de engaño y otra con fiereza me trata.
No en vano el temor me aconseja
no tomar riesgos después de verte,
pues de una u otra manera eres mi homicida.
Y si, fiera cruel, me das vida,
como belleza piadosa, me das muerte.
¿Eres diosa de este valle? ¿Eres ninfa de este monte?
¿Cuál es el sagrado horizonte de tu aurora milagrosa?
Fiera muda, hermoso enigma de aquel retrato,
que excedes al arte, ¿en qué parte vives, existes, estás?
ROSAURA
Si me buscas, me encontrarás.
Desaparece Rosaura
CONDE
Voy con el alma a buscarte
¿Por qué de mis ojos huyes, hechizo bello, hermosa serpiente?
GAULÍN
(Vive Cristo, parece que mi amo
se ha encontrado con un día de mala suerte)
CONDE: ¿Por qué te escondes y burlas mi fe constante?
“Si me buscas, me hallarás” dijiste,
y cuando te quiero buscar,
desprecias mis amantes esperanzas.
¿Qué haré, cielos? ¿Qué he de hacer?
Respóndeme o mátame.
Se va
GAULÍN
Mientras está el conde echando suspiros al aire,
he de buscar mi suerte, aunque solo sea por imitarle.
Ea, con la ayuda de Dios,
venzamos las dificultades del miedo,
por si acaso esperan dichas que me alegren,
pues será posible, porque a los atrevidos
les sonríe la fortuna.
Quiero ver: aquí no hay nada
Busca, mira por el escenario y sale el conde.
CONDE
Estos verdes arrayanes fueron alfombra de sus pies,
plumajes del campo.
¡Por Dios, estoy loco!
GAULÍN
Apostaré que dice alguien que esto es andar por las ramas,
mas, entre aquellos dos sauces, veo la sombra de un sol,
sin nubes y con presagios.
Aparece ALDORA al otro lado, entre unos árboles.
¡Vive Dios, que di con él!
Todo el cielo se me cae encima, que llueven glorias.
Esto es como una mano de buenas cartas.
Una perla sin concha, una almendra sin cáscara
o ropa de engaños y fiereza.
La muchacha es como un ángel.
¡Oh, animal, el más hermoso de todos los animales!
CONDE
Aquí he perdido mi bien y aquí, cielos, debo hallarle.
Bosques, fieras, espesuras, campos, prados, montes,
valles, ríos, plantas, pajarillos, fuentes, arroyos, cristales,
decid, ¿dónde está mi bien?
Se va
GAULÍN
Orlando furioso, detente.
Cada loco con su tema.
Va a coger la muchacha, que vuela, y sale un león que coge a Gaulín.
Sale el conde.
CONDE
¿Dónde iré?
GAULÍN
Cielos, libradme, ya que mi amo no quiere.
CONDE
¿Qué es esto?
GAULÍN
Es para la tarde.
Al ir a embestirle, el león desaparece.
CONDE
¡Oh, fiero león, espera!
Desapareció en un instante
GAULÍN
¡Ay, Dios! Estoy hecho todo vinagre.
Mira, Señor, si me ha herido;
que por estos arrabales
parece que estoy sudando aunque no aromas fragantes.
CONDE
No estás herido, tranquilízate.
GAULÍN
¿De verdad?
CONDE
¿Te engañaría yo?
GAULIN
No, pero será posible que a ti la vista te engañe,
Pero a mí el olfato no.
No puedo dejar de santiguarme;
¡Jesús, mil veces, Jesús!
¡Qué tierra de mil demonios es ésta donde solo hallamos
fieras y animales que engañan y que golpean!
CONDE
Confuso estoy
Suenan truenos.
GAULÍN
¿Yo cobarde?
¿Si esto es Tesalia o la engañosa Circe?
Qué agradable estancia.
Salgamos pronto de ella, Señor,
que se cubre el aire de nubes y rayos.
CONDE
¿Cómo es posible alejarme de este sitio,
si en él dejo casi toda el alma?
GAULÍN
Déjala toda y partamos;
que al alma no le van a tocar un pelo de la ropa.
A estos cuerpos miserables
hay que buscarles refugio donde guarecerse.
Aunque el rey, tu tío, y tu esposa estarán buscándote
y perdiendo el juicio después de cómo los dejaste.
¡Un rayo! ¡Santa Prisca, Santa Bárbara, San Ángel!
Salgamos rápido de aquí.
CONDE
¿Dónde podrás ocultarte del mal tiempo?
GAULÍN
Del tiempo, en ninguna parte;
porque todo está a cielo descubierto.
Pero, para librarte de las fieras de estos montes esta noche,
allí nos guiña el ojo una nao, que está anclada en aquel paraje.
Los temporales debieron de dejarla allí
y aunque está destruida, sin jarcias y sin velas para navegar,
al menos podrá protegernos esta noche contra las fieras.
CONDE
Tus miedos me van a perder.
GAULÍN
Acaba ya, señor, que es por tu bien.
CONDE
Vamos, si es por mi bien.
GAULÍN
Ven, que de ti quiero agarrarme.
CONDE
Fiera hermosa, aunque me voy, pronto volveré a buscarte.
Se va.